

Antonio Marín Cano es un profesor de Lengua en un instituto a orillas del Mar Menor y un enamorado de ese mar. Empezó a escribir antes de ser consciente de lo que hacía. Digamos que en su caso es una necesidad de expresarse, algo que echa sus raíces en la infancia, a eso de los nueve o diez años. Después se transforma en una labor consciente, en una estrecha relación con las palabras y con lo que son capaces de producir en los demás y en uno mismo. Este es el origen y "el interés" de escribir, por decirlo de algún modo, pero también es cierto, según indica, que “llega un momento en que se convierte en una especie de liberación de algo y en una forma de reunirse con uno mismo, humildemente, reconociéndose en lo que expresa”.
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