sábado, 28 de diciembre de 2024

De la novela a la realidad: Shirin Klaus inspira un proyecto de 'cohousing' en Cieza

Yack y Sara, actuales propietarios de la finca El Madroñal, han decidido donar estos terrenos en memoria del abuelo Miguel, quien cuidó este paraíso durante generaciones. Su generosidad hará posible "El sueño de una vida", un proyecto de 'cohousing' para mayores que transformará la finca en un vergel, ¡recuperándola en su integridad tal como era en sus mejores tiempos! Las obras comienzan el 1 de marzo. 

 Este proyecto pionero no solo construirá viviendas, sino que devolverá el esplendor a este espacio natural emblemático.  Imagina 26 casitas acogedoras de 60 m2, con dos dormitorios, pensadas para la comodidad y la accesibilidad, con amplios ventanales que ofrecen vistas al vergel, terrazas privadas donde disfrutar del aire libre, ¡y domótica para controlar la iluminación, la temperatura y la seguridad con un solo toque!

Pero "El sueño de una vida" es mucho más que un conjunto de viviendas, ¡es una comunidad! Para compartir con los vecinos, se crearán espacios de ensueño:

  • Piscina naturalizada rodeada de vegetación.
  • Gimnasio al aire libre con vistas al paisaje.
  • Salón social con chimenea para charlar o disfrutar de actividades en grupo.
  • Biblioteca con un rincón de lectura con vistas al jardín.
  • Talleres de pintura, cerámica, carpintería...
  • Huerto ecológico comunitario para cultivar y compartir la cosecha.
  • ¡Y un anfiteatro al aire libre para disfrutar de conciertos y cine bajo las estrellas!

Y para que este entorno se mantenga siempre cuidado y radiante, un Centro Especial de Empleo de la asociación ciezana "Tocaos del Ala" se encargará de su mantenimiento.  ¡Una iniciativa que genera empleo y promueve la inclusión social!

Y seguro que Shirin Klaus, autora de la novela que inspiró este proyecto, se sentirá inmensamente feliz al ver cómo "El sueño de una vida" ha servido para convertir en realidad lo que empezó siendo ficción.  ¡Un sueño hecho realidad gracias a la generosidad de Yack, Sara y al recuerdo del abuelo Miguel!

P.D.: ¡Feliz Día de los Santos Inocentes!  Aunque hoy juguemos con la realidad, ojalá esta noticia inspire proyectos que mejoren la vida de las personas mayores y que sean plenamente respetuosos con el medio.

miércoles, 25 de diciembre de 2024

La trampa de la coherencia ajena: un camino hacia la intolerancia en la era digital

 A menudo nos encontramos juzgando la coherencia de los demás. Observamos sus acciones, escuchamos sus palabras y, casi sin darnos cuenta, las comparamos con nuestros propios valores y creencias. Si encontramos discrepancias, rápidamente los etiquetamos como "incoherentes". Pero, ¿es justa esta evaluación?

 La realidad es que la coherencia es un concepto complejo con dos caras: una interna y otra externa. La coherencia intrínseca es la que buscamos para nosotros mismos, esa armonía entre nuestros pensamientos, sentimientos y acciones que nos da paz interior. La coherencia extrínseca, en cambio, es la que percibimos en los demás, y aquí es donde radica el problema.

 Juzgar la coherencia ajena desde nuestra propia perspectiva es como intentar resolver un puzzle con las piezas equivocadas. Cada individuo tiene su propia historia, sus propias experiencias y sus propios valores que moldean su forma de actuar y pensar. Lo que para nosotros puede parecer incoherente, para otro puede ser la respuesta más lógica a sus circunstancias.

 Y aquí es donde el problema se agudiza: cuando creemos que nuestra manera de pensar es la única correcta. Cuando nos aferramos a nuestras creencias con la convicción de que poseemos la verdad absoluta, la coherencia ajena se convierte en una amenaza. Si alguien no se ajusta a nuestros parámetros, lo percibimos como un desafío a nuestra visión del mundo.

Esta rigidez mental, llevada al extremo, nos conduce inevitablemente a la intolerancia. Nos cerramos al diálogo, al intercambio de ideas, a la posibilidad de aprender de otras perspectivas. Nos convertimos en jueces implacables de la conducta ajena, incapaces de comprender la diversidad y la riqueza que se esconde tras las diferentes formas de pensar y actuar.

 Y este problema se ve agravado en el mundo actual, donde la intolerancia parece ir en aumento, especialmente en el entorno digital. Las redes sociales, si bien tienen el potencial de conectar a las personas, también han contribuido a la polarización y al auge de la intolerancia. Los algoritmos que nos encierran en "cámaras de eco", la desinformación que se propaga a gran velocidad, el anonimato que fomenta la desinhibición y la cultura del "me gusta" que premia las posturas extremas, son algunos de los factores que agudizan el problema.

 Caemos en la trampa de la coherencia ajena cuando:

  •  Esperamos que los demás actúen como nosotros lo haríamos. Olvidamos que cada persona tiene su propia brújula moral y su propia forma de afrontar las situaciones.
  •  Juzgamos sin conocer el contexto. Las apariencias engañan, y a menudo hay razones ocultas detrás de las acciones que consideramos incoherentes.
  •  Utilizamos la "incoherencia" como arma arrojadiza. En lugar de intentar comprender, señalamos con el dedo y condenamos, creando barreras y conflictos innecesarios.
  •  Nos creemos poseedores de la verdad absoluta. Esta arrogancia nos impide ver la coherencia en la diversidad y nos empuja hacia la intolerancia.
 
Es crucial recordar que todos, en el fondo, buscamos esa coherencia interna que nos permita vivir en armonía con nosotros mismos. En lugar de juzgar, deberíamos esforzarnos por comprender. Preguntar, escuchar, empatizar. Cultivar la humildad intelectual y aceptar que nuestra visión del mundo es solo una entre muchas.
 
La próxima vez que estemos a punto de juzgar la coherencia de alguien, recordemos que no tenemos acceso a la totalidad de su puzzle. En lugar de condenar, abramos la puerta a la comprensión. Tal vez descubramos que, en el fondo, todos buscamos lo mismo: vivir en paz con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Y que la verdadera riqueza reside en la diversidad de caminos que podemos tomar para alcanzar esa meta.

domingo, 22 de diciembre de 2024

La seducción: un arte inherente al ser humano

La seducción, ese baile sutil de atracción e influencia, es una constante en la vida humana. Se manifiesta en cada esfera de nuestra existencia, desde las relaciones personales hasta las interacciones sociales, las estrategias políticas y, por supuesto, el ámbito amoroso. Lejos de ser una habilidad reservada para unos pocos, la seducción es un componente intrínseco a nuestra naturaleza, una forma de comunicación que nos permite conectar con los demás, expresar nuestros deseos y navegar por el complejo mundo de las relaciones interpersonales.


Cada individuo posee un estilo propio de seducción, una huella digital que se forja a través de su personalidad, experiencias y valores. Algunos seducen con la mirada, otros con la palabra, algunos con su humor y otros con su inteligencia. En este sentido, la seducción se convierte en una herramienta de expresión personal, una forma de mostrar al mundo quiénes somos y qué buscamos.


Sin embargo, es crucial distinguir entre la seducción auténtica y la manipulación. La verdadera seducción se basa en el respeto, la honestidad y la empatía. No se trata de engañar o controlar al otro, sino de crear una conexión genuina, un espacio de confianza donde la vulnerabilidad y el deseo se entrelazan. Cuando la seducción se utiliza para fines egoístas, se corrompe su esencia y se convierte en un instrumento de poder que puede causar daño.


En un mundo saturado de información, donde abundan las "fórmulas mágicas" para el éxito social y amoroso, es fundamental recordar que la conexión genuina no se construye con trucos o engaños. Se basa en la autenticidad, la escucha activa y el interés genuino por el otro.


Cultivar una seducción sana implica desarrollar la inteligencia emocional, la autoconciencia y la capacidad de establecer vínculos auténticos. Implica reconocer y respetar los límites del otro, comunicarse con transparencia y construir relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuo.


En definitiva, la seducción es un arte que se aprende y se perfecciona a lo largo de la vida. Es una danza que nos invita a conectar con nuestra propia esencia y con la de los demás, a construir puentes de entendimiento y a celebrar la riqueza de la interacción humana.

jueves, 19 de diciembre de 2024

Las dos caras del "buenísimo": una apuesta por la empatía y el diálogo

 La palabra " buenísmo" se suele utilizar peyorativamente para calificar una actitud de que todo vale. Pero tiene otra acepción, que para mí es muy importante, ligada a un visión positiva.

Es cierto, la palabra "buenismo" suele utilizarse con una connotación negativa, casi como un sinónimo de ingenuidad o excesiva tolerancia, dando a entender que quien la practica es alguien iluso que ignora la realidad del mundo. Se asocia a la idea de que "todo vale" y que cualquier comportamiento, por reprochable que sea, debe ser justificado o disculpado.

Sin embargo, el "buenismo" también puede entenderse desde una perspectiva mucho más positiva y enriquecedora. Para mí, está ligado a la confianza en la bondad innata del ser humano, a la creencia en su capacidad de cambio y mejora. Implica una actitud de apertura al diálogo y la comprensión, buscando siempre el entendimiento y la reconciliación, incluso en situaciones de conflicto.
Este "buenismo" positivo no se trata de ser ingenuo o tolerar lo intolerable, sino de apostar por la empatía, la compasión y el perdón, de creer en la posibilidad de construir un mundo mejor a través del respeto y la colaboración. Es una visión que rechaza el cinismo y la desesperanza, y que se atreve a soñar con una sociedad más justa y solidaria.

En definitiva, el "buenismo" puede ser un arma de doble filo. Dependiendo del uso que se le dé, puede llevar a la inacción y la permisividad, o bien convertirse en un motor de cambio social positivo. Creo que es importante reivindicar esta segunda acepción, la del "buenismo" como una fuerza constructiva que nos impulse a ser mejores personas y a crear un mundo más humano.