viernes, 9 de mayo de 2025

"Una vida de letras": un homenaje del corazón a Ángel Almela

Ayer tarde, en el corazón de la Biblioteca Padre Salmerón de Cieza, tuvo lugar un sencillo pero profundo y emotivo homenaje impulsado por el colectivo La Sierpe y el Laúd. Bajo el evocador título "Una vida de letras", se rindió tributo a una persona que, con su sencillez, está dejando una huella imborrable en nuestra comunidad cultural y, más importante aún, en nuestros corazones: Ángel Almela Valchs.

Más allá de un simple acto de reconocimiento profesional o literario, el homenaje se sintió como un verdadero alto en el camino. Fue un espacio de paz y sosiego donde pudimos ser testigos de algo que trasciende la formalidad: la conexión genuina entre los auténticos valores humanos. Se palpaba la profunda gratitud de un pueblo, de una comunidad, hacia una de sus gentes más queridas, y a su vez, la gratitud serena de esa persona hacia la tierra que lo ha visto crecer, desplegarse y amar. Fue un intercambio de afecto sincero que llenó la sala.

El colectivo La Sierpe y el Laúd, con su revista cultural a la cabeza, germinó y floreció a la sombra protectora y visionaria de Ángel Almela. Sin embargo, esta relación ha sido siempre de doble vía, una simbiosis enriquecedora: Ángel también ha crecido, madurado y se ha nutrido enormemente a través de su vínculo con La Sierpe y el Laúd y, sobre todo, con su querida Cieza. Él tuvo la extraordinaria capacidad de aglutinar voluntades en torno a un sueño cultural, de hacer realidad esa visión en unos tiempos, los de la Transición política, que podían sentirse culturalmente áridos o desérticos. Fue un pionero que supo abrir caminos.

La realidad cultural que hoy disfrutamos en Cieza sería incomprensible sin la figura vertebral de Ángel Almela. Pero, del mismo modo, Ángel Almela no sería la persona que es sin Cieza; su identidad está intrínsecamente ligada a nuestra tierra. Ha existido una simbiosis plena, una interconexión constante donde la madurez de ambos, hombre y pueblo, se ha alimentado mutuamente, creciendo y floreciendo unidos. Es precisamente esta compleja y hermosa realidad local la que, paradójicamente, convierte su historia personal en un tema universal: el arraigo, el compromiso, la construcción colectiva desde lo local.

Ángel Almela Valchs, nacido en nuestra Cieza en 1955, es, sin duda, mucho más que una figura cultural destacada en los anales. Es, ante todo, un ser humano excepcional, cuya mente y corazón han enriquecido de forma invaluable a nuestra comunidad en cada uno de sus roles. Su obra poética, tan sensible y profunda, es un espejo fiel de su alma y de su conexión íntima y respetuosa con la vida. Cada verso nos habla no solo de un talento literario inmenso, sino de una capacidad asombrosa para sentir, comprender y acariciar el mundo que lo rodea con una sensibilidad única.

Pero Ángel ha sido y es también un verdadero faro cultural. Su dedicación incansable al Grupo de Literatura La Sierpe y el Laúd y a su revista homónima no fue un mero pasatiempo intelectual; fue un acto de profundo amor por la cultura, por la libertad de expresión en un momento crucial de nuestra historia reciente, la Transición española, donde cada espacio de libertad debía ser conquistado. Su liderazgo fue un punto de luz, un faro de resistencia creativa en tiempos que aún requerían valentía para la palabra y el pensamiento crítico. Demostró un compromiso inquebrantable con la palabra libre y la difusión del pensamiento.

Para muchos de nosotros, que hemos tenido la inmensa suerte y el privilegio de compartir momentos, conversaciones y caminos con Ángel por las calles de Cieza, su presencia trasciende lo puramente profesional o cultural. Lo hemos conocido y querido viéndolo entrar y salir de sus clases, siendo el profesor respetado y, sobre todo, entrañablemente querido por generaciones de alumnos a los que ha marcado. Lo hemos tenido cerca como el amigo siempre dispuesto a escuchar con una calma infinita y una sabiduría serena. Lo hemos visto como esposo y padre, irradiando un amor tranquilo y una calidez que crean, sin esfuerzo aparente, ese sentido de familia que acoge y nutre.

Por todo ello, este homenaje, "Una vida de letras", es mucho más que el merecido reconocimiento a una trayectoria profesional o cultural brillante, aunque lo sea con creces; es la celebración sincera y emocionada de su alma generosa, de su espíritu siempre comprometido, de su calidad humana arrolladora que impregna todo lo que hace. Ángel Almela Valchs es, en mi corazón y en el de muchos que ayer estábamos allí, un creador cuya poesía me conmueve profundamente y me habla al alma, un gestor cultural imprescindible que ha transformado positivamente nuestra comunidad desde sus cimientos, y un amigo cuya simple y luminosa presencia ilumina mis días y los de quienes tienen la suerte de conocerlo.

Su coherencia ejemplar entre vida y obra, su amor incondicional y demostrado por Cieza y su inmensa e inagotable humanidad lo convierten, para mí y para tantos, en un referente indispensable, un pilar moral y cultural. Es, sencillamente, un hombre al que admiro profundamente y quiero con todo mi corazón. El homenaje de ayer fue un reflejo hermoso y merecido de ese sentimiento colectivo e individual.


domingo, 4 de mayo de 2025

El Futuro Incierto del Corazón de Cieza

Vivimos tiempos de cambios profundos en nuestro modelo de sociedad, transformaciones que afectan prácticamente todos sus ámbitos: desde la economía y la tecnología hasta nuestras interacciones sociales, la cultura que consumimos e, indudablemente, el espacio físico que habitamos. En mi localidad, en Cieza, estas transformaciones se avecinan con una fuerza especial, prometiendo redefinir el corazón de nuestra ciudad, su centro histórico. No pretendo juzgar si estos cambios serán positivos o negativos; mi intención es simplemente anticipar una realidad que, observando dinámicas similares en otros lugares, parece inevitable.

Durante décadas, el centro de Cieza ha sido su corazón indiscutible. Ha sido el epicentro de la vida comercial y social, el lugar donde se han concentrado los principales negocios, las tiendas emblemáticas, y el sitio deseado para residir. El bullicio característico, el ir y venir constante, han definido hasta ahora su esencia y su vitalidad.

Sin embargo, en Cieza, como ya ha ocurrido en tantas otras ciudades, todo parece indicar que pronto asistiremos a un cambio igualmente profundo: el previsible abandono de este centro histórico para trasladar gran parte de ese bullicio, esa energía vital, hacia la periferia urbana. Estamos a las puertas de una inversión de flujos que redefinirá nuestras costumbres y la fisonomía de nuestro municipio.

Un factor determinante y quizás el más visible de este fenómeno será la próxima apertura de nuestro propio centro comercial situado a las afueras. Esta nueva y gran estructura de consumo y ocio actuará como un potente polo de atracción, diseñado para llevar al ciudadano a abandonar las calles tradicionales del centro para concentrar gran parte de la actividad económica y social en sus instalaciones climatizadas y con amplio aparcamiento.

El resultado previsible es un paulatino vaciamiento de la esencia misma de nuestro centro. En un futuro no muy lejano, podríamos ver calles que antaño rebosaban actividad mostrar un número creciente de locales cerrados, escaparates vacíos que reflejarán la parte de la vida que se ha marchado. Será un proceso lento, quizás, pero implacable en sus efectos sobre el tejido comercial y social.

En este contexto de previsible transformación, la memoria me lleva a la vieja Sombrerería Eslava, situada en el mismo corazón que ahora parece amenazado. Aunque hoy ya no está abierta, su historia y su esencia nos sirven para ilustrar perfectamente el tipo de negocio y de vida social que el centro de Cieza podría perder o ver mermada significativamente con esta nueva dinámica. No era una tienda cualquiera; era un pedazo vivo de la historia de Cieza. Según las crónicas, José María Eslava la inauguró en 1863. Desde aquel día, su icónico letrero de hierro con forma de galera se convirtió en un centinela silencioso del tiempo.

Entrar en Eslava era sumergirse en otra atmósfera. No solo por el mobiliario de madera, el largo mostrador o las estanterías repletas de sombreros organizados por estación. Lo que realmente llenaba el espacio era la interacción humana, la relación que se forjaba con el tiempo.

La tienda trascendía la mera transacción comercial; era un punto de encuentro, un foro improvisado. Las tertulias de la sombrerería eran famosas, lugares donde se discutía de todo, donde clientes se volvían amigos, donde las conversaciones fluían sin prisa y las voces llenaban el espacio de una vitalidad única, de ese "bullicio de la vida" que hoy parece buscar refugio en otras partes, y que el nuevo centro comercial atraerá previsiblemente a sus pasillos. 

Por eso, aunque su cierre ocurrió en otro momento por sus propias circunstancias, la tristeza de aquel día resuena hoy como un presagio de lo que muchos otros negocios con historia, alma y vida en el centro de Cieza podrían experimentar. Cerrar una de estas tiendas no es solo la bajada de una persiana; es el silencio de voces que no volverán a debatir, el vacío de un lugar de encuentro, la pérdida de un pedazo tangible de la historia y del alma social del centro de Cieza.

Parece confirmarse así que los tiempos mandan y que, en este proceso de previsible vaciamiento del centro de Cieza, desaparecerán o languidecerán muchos lugares que, como Eslava, tenían historia, tenían alma, tenían vida. Lugares que eran el escenario donde se tejía, día a día, una parte fundamental de la identidad y la comunidad de nuestro pueblo, y cuya previsible pérdida empobrecerá el corazón de nuestra ciudad.