Son tiempos difíciles para los soñadores. Continuamente se nos dice que "debemos estar bien despiertos", que "debemos tener los pies en la tierra", que "no son momentos de soñar", que "nos dejemos de tonterías"... Por contra, creo que ahora más que nunca necesitamos pensar que las cosas pueden ser de otra manera, necesitamos soñar, creer que nuestros sueños pueden ser realidad y luchar por ellos. Por eso me encanto escuchar ayer tarde en El foro por el pensamiento y el Dialogo de Cieza a Juan José Tamayo, Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, defender de forma apasionada que las utopías son necesarias e imprescindibles.
Hoy son más necesarias que nunca las utopías, porque, en tiempos de crisis tan aguda y que afecta a los sectores más vulnerables de la sociedad como la que estamos viviendo, tiende a apoderarse de la gente el pesimismo, la desesperanza, la depresión, la apatía, la indiferencia, la pasividad, el desencanto, porque nos roban la esperanza y nos prohíben soñar. Es precisamente en tiempos de crisis cuando los sectores marginados toman conciencia de la negatividad de la historia, expresan su insatisfacción con la realidad, muestran su descontento e indignación, su protesta y su hartazgo. Es en esos momentos especialmente críticos cuando radicalizan su sentido crítico y formulan utopías movilizadoras de las energías emancipatorias de la Humanidad.
Es en los márgenes de la sociedad donde se han fraguado siempre -y siguen fraguándose- las alternativas, las grandes trasformaciones. Es en tiempos de crisis y desde los márgenes cuando resulta más necesario que nunca sacar a la luz los tesoros ocultos que anidan en lo profundo de la realidad y activar las potencialidades naturales en los seres humanos.
Por eso es necesario cultivar la utopía, seguir escribiendo nuevos relatos utópicos y pensar la realidad más allá de los límites de lo posible, como sugiere Walt Whitman: “Antes del alba, subí a las colinas, miré los cielos apretados de luminarias y le dije a mi espíritu: cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: No, ganaremos esas alturas para seguir adelante”. Sin utopías, la suerte está echada, la humanidad se hace el harakiri y la historia puede tornarse eterno retorno.
Gabriel Abellán presentó ayer tarde a Juan José Tamayo como intelectual comprometido y como SEMBRADOR de utopías. Es una afirmación con la que me identifico plenamente. Ahora más que nunca necesitamos soñar, pensar que otra realidad es posible y luchar por ello..
FELIZ NAVIDAD....CON JESÚS QUINTERO
Hace 1 hora
2 comentarios:
Cuando las necesidades vitales y primarias nos las convierten en utopías,...¡mal vamos; muy mal...requetemal!
Es verdad lo que dices; pero también es verdad que las utopias son necesarias, tan necesarias como siempre.
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