miércoles, 29 de octubre de 2025

Nuestras raíces: identidad y brújula de vida

I. Preámbulo: el vacío de la "Bombilla" sin raíces

Vivimos bajo el destello constante de la bombilla. Una luz potente, sin duda, que ha iluminado el camino hacia una tecnología, una globalización y una comodidad sin precedentes. Este progreso es el triunfo de la ciencia y la razón. Sin embargo, en esta era de avance vertiginoso, esa misma luz no ha logrado disipar una sombra profunda: la de la crisis de propósito y el desamparo existencial. Millones de personas, especialmente en las sociedades más desarrolladas, navegan con la brújula enloquecida, sintiendo un vacío que ninguna app, feed o adquisición material puede llenar.

Desde mi perspectiva como profesor de Psicología jubilado y, sobre todo, como paciente afectado por la Ataxia Cerebelosa CA36, he llegado a una Teoría Vivida simple y rotunda: el progreso (la Bombilla) nos ha dado alas, pero a menudo nos ha cortado las raíces. Hemos priorizado el "ser global" sobre el "ser local" y, en el proceso, hemos perdido el anclaje. Cuando el futuro se vuelve incierto y la adversidad golpea con fuerza (sea un diagnóstico inesperado, una crisis económica o el simple paso del tiempo que nos jubila de nuestro rol), la única brújula fiable es la que apunta hacia atrás, a los cimientos.

La felicidad, en su acepción más plena y duradera, se enraíza profundamente en el orgullo de dónde venimos y en la certeza de ser el último eslabón de una cadena de supervivencia. El propósito genuino no se inventa de la nada; se hereda, se aprende del comportamiento de quienes nos precedieron. Y esa herencia viaja con nosotros, silenciosa y vital, en lo que denomino nuestra Mochila Vital.

Contemplen por un momento la imagen que acompaña este artículo: una pieza de madera antigua, retorcida y cincelada, que reposa firme sobre una base de roca inmutable. Esa madera es nuestra identidad; la roca, la herencia de nuestros ancestros. La única brújula fiable que poseemos es la que apunta a esos cimientos.

Hoy, propongo un viaje a la fuente de mi propia identidad, a aquel Mogente de candil y tierra, para demostrar con rigor científico y emocional por qué la historia de nuestros ancestros no es un lastre nostálgico, sino el cimiento más sólido de nuestro sentido en la vida. Ignorar esta conexión es vagar enloquecido, sin un mapa moral ni una meta clara.

II. Ciencia y herencia: la psicología de la mochila vital

¿Cómo puede una historia de hace setenta años influir en mi propósito de hoy? La psicología social, la psicología narrativa y la neurociencia nos ofrecen la respuesta a través de dos conceptos poderosos y entrelazados: la identidad narrativa y la resiliencia transgeneracional.

La mente humana necesita un anclaje. El concepto de la identidad narrativa, acuñado por el psicólogo Dan McAdams, sostiene que para tener un yo coherente, necesitamos tejer la biografía personal en una historia que dé sentido a nuestro pasado y oriente nuestro futuro. Cuando las circunstancias externas son volátiles —como la incertidumbre social, la pérdida de un rol laboral tras la jubilación o el impacto de un diagnóstico neurológico—, la certeza de la historia de nuestro linaje, sus luchas y sus triunfos, nos proporciona una base segura emocional. El "quién soy" se define, en gran medida, por el "de dónde vengo".

La resiliencia transgeneracional, por su parte, postula que no solo heredamos la predisposición biológica, sino también los patrones emocionales y conductuales de afrontamiento. Estudiar la biografía de nuestros padres y abuelos es, literalmente, estudiar nuestro propio potencial de fortaleza. Cuando revisamos sus historias, descubrimos que los desafíos que enfrentaron (guerras, escasez, emigración) no los destruyeron; los definieron. Esto nos proporciona un patrón inquebrantable de autoeficacia: si ellos pudieron, yo también puedo.

La experiencia de la herencia que alumbra la ataxia

Mi propia Mochila Vital contiene un tipo especial de Candil que ilumina los valores clave. Mi vida, como esa pieza de madera cincelada por el tiempo, no es perfecta, pero su forma única es la prueba de su resistencia. La roca que la sostiene son las lecciones de carácter que vienen de Mogente. Estos son los cimientos que se activan cuando el cincel de la ataxia comienza a trabajar.

  • El legado de la previsión y el silencio fuerte (abuela Dolores): mi abuela materna, Dolores, era el ancla económica de la familia. Guardaba celosamente cada peseta en un lugar secreto para los tiempos duros. Esa historia, más allá de la anécdota, es una lección de autoeficacia y de capacidad de gestión de la escasez, no de economía. Me enseñó que la verdadera fuerza está en la previsión silenciosa, que no se vanagloria, sino que prepara el futuro. Este patrón es el que me permite hoy, al enfrentar la incertidumbre progresiva de la ataxia, no enfocarme en lo que he perdido, sino en la planificación meticulosa del día a día y en la gestión optimista de mis recursos (psicológicos y físicos).

  • El cimiento del irgullo Inquebrantable (Los Cambredoners): el exilio interior y la lucha de mis abuelos maternos durante la Guerra Civil en Mogente, y su posterior subsistencia. Arrancando el sustento de la tierra salvaje de Cambredo, transformaron la adversidad en un apodo de honor: "Los Cambredoners". Ese emblema de orgullo familiar me recuerda que la resiliencia es una cualidad heredable, un patrón grabado a fuego. La Teoría Vivida aquí es clara: mi ataxia no es mi identidad; es solo un cincel que está definiendo mi obra. El orgullo por esas raíces, por esa capacidad de levantarse una y otra vez, es lo que da combustible a mi propósito actual de transformar la experiencia en un legado.

Estas vivencias no son solo recuerdos; son patrones de fortaleza que se activan como un ancla cuando la vida me obliga a enfrentar la realidad de la enfermedad.

III. El candil como brújula moral inequívoca

El progreso científico (la Bombilla) nos da las herramientas más sofisticadas, pero el Candil de la tradición nos da los valores innegociables. En la época de mis abuelos, en el Carrer del Mig de Mogente, la supervivencia no era individual, era colectiva. La luz del Candil es modesta, esencial y lenta, y nos enseña los valores fundamentales que hoy, en el exceso de información y la tiranía del yo individual, hemos olvidado:

  • La unidad y la ética del recíproco (El andamio): la solidaridad en la siega, en el cuidado de los mayores o en la construcción de una vida no se hacía por contabilidad o por una obligación legal, sino por un sentido innato de justicia comunitaria: «hoy por ti, mañana por mí». Esto es la Tribu, el Andamio social, elevado a la máxima potencia. La neurociencia nos recuerda que nuestro cerebro está cableado para la conexión social (somos seres sociales por excelencia). El Candil nos recuerda que el verdadero bienestar no reside en la independencia absoluta, sino en la interdependencia ética y la confianza en nuestro Andamio personal.

  • Dignidad y coraje (mi padre, el viaje): pienso en el acto de mi padre, en la década de los 50, viajando a Valencia en un tren lento para conseguir la penicilina y salvarme la vida, antes de que esta fuera fácilmente accesible. Un acto de amor que es el epítome del coraje y la responsabilidad. La dignidad no está en lo que posees o en el reconocimiento que recibes, sino en lo que estás dispuesto a hacer por amor, justicia y responsabilidad. Es un coraje tranquilo, un valor que se demuestra en la acción concreta. Este recuerdo me guía: mi lucha actual por seguir siendo productivo, escribiendo y manteniendo mi rol como profesor de Psicología retirado, es una extensión de ese mismo valor.


Cuando la Bombilla nos confunde con demasiadas opciones y nos tienta con la trampa de la gratificación instantánea, volvemos a la luz del Candil. Esa luz nos indica que el verdadero propósito reside en la perseverancia a largo plazo, la unidad familiar y la ética del esfuerzo que recibimos como herencia.

IV. Conclusión: la herencia que te hace invencible y el legado que construimos

El propósito no es un destino mágico; es la certeza de que tu vida tiene sentido y que forma parte de algo mayor. Y no hay mayor certeza que saber que eres el resultado único e irrepetible de una cadena de supervivencia. Un tapiz tejido por las circunstancias externas y tus factores biológicos. Esta es la base de la autenticidad.

Abrazar con orgullo tu historia, con sus sombras y sus luces, te libera de la necesidad de buscar un propósito externo o inventado. Te da el anclaje de la autenticidad y la humildad de saber que ya llevas dentro las herramientas que necesitas. La verdad es que no existen vidas intrínsecamente más tristes o más felices; lo que existen son distintas formas de interpretar nuestro pasado, y son esas interpretaciones personales las que marcan y condicionan nuestro presente.

Además, es crucial reconocer que somos las raíces de las futuras generaciones. Nuestras acciones, valores y la paz que cultivamos hoy se convierten en el legado, la "tierra" que heredarán quienes nos sigan. Este es el gran acto de generatividad: vivir de manera consciente y ética, sabiendo que nuestra particular manera de ser será el motivo de orgullo para nuestros descendientes, tal como nosotros nos sentimos orgullosos de los nuestros.

Si sientes que tu vida carece de rumbo, deja de mirar al futuro incierto y atrévete a encender el candil de tu memoria. Honra tu origen. Descubre las huellas que tus mayores dejaron en tu Mochila Vital. Recuerda que no eres una obra efímera, sino esa madera milenaria: el resultado único e irrepetible de una cadena de supervivencia, firmemente anclada a la roca de tu historia.

Esa es la única brújula que te hará invencible.

Pd. Te invito a explorar la conexión profunda con la historia de mi vida y mis raíces en el relato completo: Del candil a la bombilla: Huellas biológicas y ambientales en la forja de una identidad.


 

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