El pasado viernes, Cieza rindió un emotivo y merecido homenaje a la memoria de Guillermo del Madroñal, un hombre que no solo fue testigo de la historia, sino que se convirtió en su cronista. En el Museo de Medina Siyasa, en una tarde de profundo significado, su hijo, Joaquín Gómez Carrillo, presentó la obra póstuma de su padre, “Por la senda de la vida”. Fue un evento que resonó con fuerza en mi propia historia, pues me recordó las vidas paralelas de mi familia en Mogente y la de Guillermo en Cieza, forjadas ambas en la misma época de guerra y posguerra que marcó a toda España.
Guillermo, nacido en 1923, creció y se hizo hombre en una España convulsa. Su vida estuvo marcada por las circunstancias particulares de la Guerra Civil y la postguerra, un tiempo de miseria que, a pesar de todo, no logró doblegar el espíritu de su gente. Fue una época en la que el azar, más que las ideologías, forzaba a miembros de una misma familia o a vecinos de un mismo pueblo a empuñar las armas, creando un profundo odio donde antes reinaba el entendimiento humano. Pero, a pesar del dolor y la escasez, Guillermo tuvo un empeño claro y constante: darlo todo por su familia.
Dos vidas, un mismo legado
En este punto, las vidas de nuestras familias, separadas por la distancia de Cieza a Mogente, se entrelazan. Mis padres también vivieron los ecos de aquella guerra y la posterior miseria. Ambas familias, la de Guillermo y la nuestra, compartían las mismas circunstancias de vida: la falta de recursos, el esfuerzo diario y un profundo amor por la tierra y las tradiciones. Pero, a pesar de las penurias, ambas familias lograron algo extraordinario: fueron felices. La felicidad no se midió en posesiones materiales, sino en la unión, en el trabajo conjunto y en la fortaleza de los lazos que los unían.
Ese empeño de Guillermo por su familia se hizo evidente en la presentación del libro, el pasado viernes. Ver a su familia al completo, unida y orgullosa, era la prueba irrefutable de que su sueño se había cumplido. Su mayor legado no es solo el libro y sus escritos que ahora nos deja, sino esa familia fuerte y unida que lo honraba con su presencia. Su propósito de que sus historias y su estilo de vida fueran reconocidos por las futuras generaciones ha sido un éxito, lo que demuestra el profundo orgullo que tenía por sus orígenes y su forma de vida.
De la misma forma, mis padres se empeñaron en mantener a nuestra familia unida en Mogente, y al igual que Guillermo, lo consiguieron. Quizás ese sea el mejor legado que nos han transmitido: no solo somos dos familias unidas, sino que también cultivamos esos valores en nuestros descendientes. Como hijos de esa generación, nos sentimos profundamente orgullosos de nuestro origen, de la senda que ellos trazaron para nosotros y de la cual su obra es un faro que nos ilumina.
Relatos con alma
El libro “Por la senda de la vida” es un relato con alma; este libro y sus escritos, reconocidos y valorados por el Departamento de Antropología de la Universidad de Murcia, nos recuerda que la historia de un pueblo es tan importante como la historia personal de quienes lo habitan. A través de sus palabras, Guillermo del Madroñal nos lleva a un viaje por los paisajes de su infancia, las relaciones vecinales y las penurias de la época, pero siempre con una profunda humanidad. Nos recuerda que la felicidad y la resiliencia son posibles incluso en las circunstancias más difíciles, y que el verdadero legado no se mide en bienes, sino en el amor y los valores que dejamos en nuestras familias.
El legado en una imagen
Y mientras escribo estas líneas, mi mente evoca una imagen que atesoro: la de mi padre y Guillermo del Madroñal, ya mayores, sentados tranquilamente en un banco, en la paz de su vejez. En esa simple estampa, veo reflejadas dos vidas paralelas, unidas no solo por la amistad, sino por las mismas luchas, la misma dignidad y el mismo legado de amor familiar que ambos forjaron en tiempos difíciles. Esa imagen me recuerda que, más allá de la historia oficial, lo que realmente perdura es la memoria de quienes nos enseñaron a vivir con coraje y a cincelar nuestra propia historia.
Pd.
Si quieres conocer más historias sobre mis propias raíces y las lecciones de vida que me han cincelado, puedes encontrar el relato completo en el libro Del candil a la bombilla.
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