sábado, 20 de septiembre de 2025

Dos libros nacidos para encontrarse

 La vida a menudo nos sorprende con conexiones inesperadas que enriquecen nuestro camino. Para mí, una de esas maravillas fue la publicación de mi libro, Vivir con ataxia: el alma cincelada, que de forma casi inmediata me condujo al encuentro con otra obra esencial: ATAXIA. Resiliencia y conocimiento de Josep Maria Mercader Miró. Esta sincronicidad, que me ha emocionado profundamente y que hoy quiero compartir a través de esta fotografía donde nuestros libros se unen, es un testimonio de cómo dos sendas paralelas pueden confluir para un propósito mayor.

Lo extraordinario es que nuestros libros, dos obras recientes, nacieron y empezaron a caminar por separado, casi al mismo tiempo, sin que sus autores se conocieran ni supieran de la existencia del otro. Eran dos sendas paralelas, unidas por la misma necesidad personal de compartir y dar sentido a la vida con ataxia, pero que aún no se habían cruzado.

Y así fue como, sin buscarlo, el destino nos unió en un mismo camino. He leído la obra de Josep, y en ella no solo he encontrado un eco a mis propias reflexiones, sino un tesoro invaluable. Si bien mi libro es un viaje al interior, la historia de cómo la adversidad, como un cincel, ha esculpido mi alma, el suyo es un faro que ilumina la importancia del conocimiento, de la comunidad y del entendimiento profundo para afrontar la enfermedad.

El diálogo entre ambos es perfecto. Mi libro ofrece el mapa emocional, la guía para el corazón. El otro, el manual para la acción, la brújula del conocimiento. Es la prueba de que la verdadera resiliencia no se forja solo en la soledad del alma cincelada, sino en la fuerza que nos da la comunidad y el saber colectivo.

Esta imagen, para mí, no es solo la portada de un artículo. Es el símbolo de un encuentro fortuito donde nuestros libros se encuentran en un simbólico abrazo que promete un feliz camino por recorrer juntos. Es el recordatorio de que, incluso en la enfermedad, hay regalos inesperados que te demuestran que, por muy duro que sea el camino, nunca lo caminamos solos.


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