Crees que a los grandes partidos les interesa en realidad la modificación de la ley electoral en profundidad tal y como se demanda por parte de muchos sectores.
La actual ley electoral española procede directamente del Real Decreto-Ley sobre Normas Electorales que en marzo de 1977 aprobó el gobierno de la UCD y que sirvió para regular las primeras elecciones democráticas después de la muerte del general Franco, que tuvieron lugar en junio de 1977. Ya en estos momentos se veía claramente que la norma favorecía al partido que la estaba aprobando y, de este modo, la UCD obtuvo en las elecciones generales de 1977 y en las siguientes, en 1979, una prima de casi trece puntos porcentuales de diferencia entre la proporción de escaños y votos conseguidos. En esos mismos procesos electorales, el PSOE, como segunda fuerza política, obtuvo también una prima, aunque bastante inferior a la de los centristas. En todas las elecciones que se han producido desde aquellos momentos, el primer y segundo partido en votos siempre han conseguido beneficios del Sistema Electoral, mientras que los partidos que se presentaban a nivel nacional (CDS, IU, UPyD, etc. siempre han estado perjudicados. Por su parte, para los partidos nacionalistas o regionalistas, que concentran sus votos en unas pocas circunscripciones, nuestro sistema electoral actúa de una forma neutral, es decir, ni prima ni castiga a estas fuerzas políticas.
Desde esta realidad, es lógico que a los principales partidos no les interese modificar el actual sistema electoral. Ahora bien, los sistemas electorales, todos ellos, buscan conseguir cumplir con tres funciones claves para la existencia de la democracia: 1) conseguir representación, o lo que es lo mismo, traducir a escaños las distintas ideologías, sensibilidades o proyectos políticos de los ciudadanos; 2) procurar gobiernos con una cierta estabilidad y 3) conseguir legitimación, es decir, que los ciudadanos perciban que su voto se traduce, de una manera más o menos fidedigna, en representación y que ésta proporciona un gobierno, más o menos consistente, que debería trabajar para resolver los problemas de los ciudadanos. En España, hasta ahora, se ha conseguido, a través de la actual Ley Electoral, representación aunque, como antes señalábamos, con algunos problemas de desproporcionalidad. Por otro lado, también se ha logrado que los distintos gobiernos consecuencia de estos procesos electorales fueran bastante estables. Y, hasta no hace mucho, tampoco existía un problema de legitimación, puesto que los ciudadanos tenían en mucha consideración a la democracia como forma de gobierno y mayoritariamente estaban satisfechos con ella. También había una valoración alta de las distintas instituciones que componen nuestro entramado político (Congreso, Senado, Autonomías, Ayuntamientos, Gobiernos, etc.). Sin embargo, en los últimos años se viene produciendo un alejamiento claro de los ciudadanos respecto de la política y los políticos y comienza a ponerse claramente en cuestión la legitimación producto de nuestro sistema electoral. Por lo que, a la voz de los partidos, que hasta ahora se veían perjudicados por el sistema, que vienen desde el principio reclamando su modificación; a la de algunos intelectuales y analistas que creen que es necesaria una democracia de mayor calidad e intensidad, se una ahora un sentimiento de necesidad de cambio en algunos elementos del sistema electoral por parte de los grandes partidos, para intentar volver a conseguir una dosis de legitimación suficiente que les acerque nuevamente a la ciudadanía.
Como persona que ha vivido y vive con intensidad la política, por tu experiencia, por tus investigaciones eres una persona especialmente cualificada para opinar sobre la actual realidad política, social y económica de nuestra región. ¿Cuál es tu punto de vista?
Cuando uno comprueba la mayoría de indicadores en el ámbito económico y social (desempleo, déficit, PIB por habitante, nivel de formación de la población, fracaso escolar, porcentaje de gasto en I+D, médicos o enfermeros por habitantes, índice de desarrollo de los servicios sociales, etc.), observa que la realidad de la Región de Murcia es peor, y muchas veces bastante peor, que la media española y que la de la mayoría de las Comunidades Autónomas. Incluso, se comparamos estos indicadores longitudinalmente, es decir, analizando cómo se han comportado a lo largo del tiempo, igualmente, comprobamos que en los últimos años las distancias permanecen casi inalterables, lo que viene a significar que los murcianos no nos acercamos a los niveles de calidad de vida, de expectativas y servicios que tienen la media de los españoles. Por tanto, no es posible que a nadie que viva en esta Región le complazca esta situación. Bien es verdad que los murcianos, que en general vemos el mundo con optimismo y una cierta despreocupación, no hemos sido muy conscientes de esta situación hasta que la situación ha sido crítica. Ahora, nuestro estado de ánimo se encuentra anclado en un intenso abatimiento que muestra una pesada carga de pesimismo respecto del futuro, que está llevando a que los universos personales se estén imponiendo sobre los ideales colectivos.
¿No crees que el actual sistema político está ya agotado, que lo que hace falta es un cambio de modelo?
El escepticismo, o lo que es lo mismo, la duda sobre la verdad o eficacia de la política y los políticos para solucionar los verdaderos problemas de los ciudadanos parece estar imponiéndose aceleradamente. Los españoles, pero en general los ciudadanos de los países desarrollados, muestran un sentimiento subjetivo de impotencia, cinismo y falta de confianza en el proceso político, en los políticos y en las instituciones democráticas, aunque todavía no aparezca claramente un cuestionamiento de la legitimidad del régimen político. No obstante, cómo anteriormente señalaba, dado el gran desprestigio que cada vez más tienen los políticos, los partidos y la propia política, se hacen necesarios cambios (ley electoral, ley de transparencia, ley de financiación de los partidos, independencia del sistema judicial, democratización de los propios partidos políticos, etc.) que permitan una nueva legitimación del sistema.
Cada vez son más las voces que creen que los partidos políticos son el problema y que la solución está en formulas alternativas. ¿Tu cómo lo ves?
En Italia hace un par de meses veíamos como un movimiento, más que un partido, el “Movimiento 5 estrellas”, encabezado por un cómico: Beppe Grillo, que ni siquiera era candidato, conseguía ser la fuerza más votada. Pero, ¿ha servido este fuerte castigo a los partidos tradicionales para solucionar los graves problemas que tiene Italia? Creo que ha servido como toque de atención para todos, pero no creo que la solución esté en buscar alternativas muchas veces cargadas de incoherencia, des-estructuración y falta de un proyecto claro y viable. Ciertamente, los actuales partidos políticos tienen que cambiar profundamente, porque parece que se han convertido en un fin en sí mismos, cuando los partidos, desde su creación, han sido un medio para alcanzar objetivos colectivos. Los ciudadanos esperan hoy día de su clase política una capacidad de liderazgo, agudeza analítica y coherencia en su decisiones, elementos todos que parece que se han evaporado. El cortoplacismo emerge como uno de los factores principales que influyen en esta falta de un proyecto que genere ilusión en la ciudadanía respecto de la solución de los problemas que más les acucian. Los ciudadanos perciben en esta política de acciones a corto plazo por parte de los políticos, ya estén en el gobierno o en la oposición, un ejercicio que tan solo persigue alcanzar el poder o seguir ocupándolo, mientras que lo que ellos desean es que sus políticos se ocupen de sus problemas, les ofrezcan seguridad y traten de encontrar soluciones a los mismos.
Son respuestas muy exhaustivas, elaboradas y contundentes que abren la puerta a un intenso debate. Personalmente dudo de que las actuales fuerzas políticas mayoritarias sean capaces de llevar a cabo la reforma de la ley electoral que se demanda por parte de la sociedad.
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