DÍA 1 (23/9/24): COMIENZA EL VIAJE. DESDE CIEZA HASTA PRAGA
La emoción del viaje se mezclaba con el cansancio del madrugón cuando partimos de Cieza a las tres de la mañana, rumbo al aeropuerto de Madrid-Barajas.
Una vez en Barajas, todo fue como la seda. Facturamos, recogimos nuestros billetes y, en un abrir y cerrar de ojos, estábamos volando hacia Praga. Aterrizamos a media tarde y nos trasladamos al céntrico hotel Majestic Plaza Prague. La habitación era espaciosa y la cama, enorme, prometía dulces sueños. La verdad es que no tuvimos tiempo de ver la televisión, así que la ausencia de canales en español no fue un problema.
Aprovechamos la tarde para visitar la biblioteca Carlos Fuentes del Instituto Cervantes, a pocos pasos del hotel. El trato del personal fue exquisito, haciéndonos sentir bienvenidos desde el primer momento. Dejamos un ejemplar de "El sueño de una vida" de Shirin Klaus como recuerdo de nuestro paso por Praga, y disfrutamos de un momento de tranquilidad en este rincón de cultura española en el corazón de la ciudad.
Al caer la noche, nos lanzamos a explorar la ciudad. Comenzamos con una cerveza en una terraza privilegiada, a los pies del Reloj Astronómico. Observar cómo sus figuras animadas cobraban vida cada hora, marcando el paso del tiempo con un espectáculo de música y movimiento, fue una experiencia fascinante. Nos quedamos un buen rato admirando los detalles del reloj, desde el calendario circular con los signos del zodiaco hasta las figuras alegóricas que representaban la vanidad, la avaricia y la muerte.
Después, nos dirigimos hacia el Puente de Carlos, ansiosos por descubrir su encanto nocturno. A medida que nos acercábamos, la silueta del puente se dibujaba imponente sobre el río Moldava, iluminada por las farolas que proyectaban una luz cálida y misteriosa.
Caminar sobre el Puente de Carlos bajo la luz de la luna fue una experiencia mágica. Las estatuas barrocas que lo adornan parecían cobrar vida, sus sombras alargadas creando un ambiente enigmático. El sonido del agua fluyendo bajo nuestros pies y las luces de la ciudad reflejadas en el río nos envolvían en una atmósfera de ensueño.
Nos detuvimos a mitad del puente para admirar las vistas panorámicas. El Castillo de Praga, iluminado en la distancia, parecía un castillo de cuento de hadas. A nuestro alrededor, parejas enamoradas, músicos callejeros y otros viajeros disfrutaban de la magia del momento.
Cruzamos el puente lentamente, saboreando cada paso y cada instante. Al llegar al otro lado, nos dimos la vuelta para contemplar una última vez la belleza del Puente de Carlos bajo la noche estrellada. Paso a paso, volvimos al punto de partida donde habíamos empezado nuestro paseo,
llevando con nosotros la magia de ese momento.
La cena en el hotel puso el broche de oro a un primer día lleno de emociones. Con el corazón lleno de la magia de Praga, nos retiramos a descansar, listos para seguir explorando esta ciudad fascinante al día siguiente.
DÍA 2 (24/9/24): PRAGA BAJO LA LLUVIA, PERO LLENA DE ENCANTO
Amaneció un día gris y lluvioso en Praga, pero eso no iba a detener nuestra exploración de la ciudad. Equipados con chubasqueros y paraguas, nos reunimos con nuestra guía local, cuyo perfecto español nos hizo sentir como en casa.
Comenzamos nuestro recorrido por la Ciudad Pequeña (Malá Strana), un barrio encantador con calles empedradas y edificios barrocos. La lluvia le daba un aire romántico y misterioso a cada rincón. Visitamos la impresionante Iglesia de San Nicolás, cuya cúpula se alzaba majestuosa sobre los tejados.
Cruzamos el emblemático Puente de Carlos, ahora envuelto en una bruma que lo hacía aún más mágico. A pesar de la lluvia, el puente estaba lleno de vida, con artistas callejeros, músicos y turistas que, como nosotros, no se dejaban intimidar por el clima.
Llegamos a la Ciudad Vieja (Staré Město), el corazón histórico de Praga. La lluvia no impidió que nos maravilláramos, una vez más, ante el famoso Reloj Astronómico a pleno día, una obra maestra de la ingeniería medieval. Nos quedamos un buen rato observando el desfile de los apóstoles y las figuras alegóricas que representan el paso del tiempo.
Continuamos nuestro paseo por la Plaza de la Ciudad Vieja, donde la imponente Iglesia de Týn se alzaba como un faro gótico. La lluvia caía con más fuerza, pero eso no nos impidió disfrutar de la belleza de la plaza y de los edificios que la rodean.
Tras un reconfortante almuerzo en un restaurante típico, nos dirigimos al majestuoso Castillo de Praga, la joya de la corona de la ciudad. Subimos la colina bajo la lluvia, pero al llegar a la cima, la vista panorámica de Praga nos recompensó con creces.
Visitamos la impresionante Catedral de San Vito, una obra maestra del gótico que nos dejó sin aliento. Admiramos sus vidrieras, sus altas bóvedas y sus detalles arquitectónicos. También presenciamos el solemne cambio de guardia, una ceremonia llena de tradición y simbolismo.
Continuamos nuestro recorrido por el Callejón del Oro, una callejuela empedrada flanqueada por pequeñas casas de colores, donde en el pasado vivían los orfebres de la corte. Cada casa tenía su propia historia y su propio encanto, transportándonos a otra época.
Terminamos el día contemplando el Palacio Lobkowicz disfrutando de las vistas panorámicas de la ciudad. Regresamos al hotel cansados pero felices, con la sensación de haber vivido un día intenso y lleno de emociones, a pesar de la lluvia. Praga nos había conquistado con su belleza y su historia, y estábamos ansiosos por seguir explorándola al día siguiente.
DÍA 3 (25/9/24): KARLOVY VARY, UN VIAJE EN EL TIEMPO A TRAVÉS DE AGUAS CURATIVAS
El tercer día nos esperaba una escapada a Karlovy Vary, la ciudad balneario más famosa de la República Checa. Dejamos atrás el bullicio de Praga y nos adentramos en un paisaje de ensueño, con montañas boscosas y valles verdes que nos acompañaron durante el trayecto en autobús. Nuestro guía, experto en historia y leyendas locales, nos amenizó el viaje con relatos sobre Carlos IV y el origen de este oasis de bienestar.
Al llegar a Karlovy Vary, nos sentimos transportados a otra época. Sus elegantes edificios de estilo victoriano, sus columnatas adornadas y sus calles empedradas nos envolvieron en un ambiente de sofisticación y tranquilidad. Paseamos por sus jardines, imaginando a ilustres personajes como Beethoven, Bach y Goethe paseando por los mismos senderos, buscando inspiración en este entorno idílico.
El plato fuerte de la visita fue, sin duda, el Geyser. Este impresionante chorro de agua termal, que se eleva a 12 metros de altura, nos dejó boquiabiertos. Su fuerza y la nube de vapor que lo rodea creaban un espectáculo natural fascinante.
Luego, nos embarcamos en un recorrido por las famosas columnatas, donde se encuentran las fuentes termales. Nos detuvimos en cada una de ellas, escuchando atentamente a nuestro guía mientras nos explicaba sus propiedades curativas y las dolencias que podrían aliviar. De todas ellas, las que más nos llamaron la atención fueron la número 3, conocida por sus beneficios para la piel, y la número 6, recomendada para mejorar el sistema digestivo. No pudimos resistirnos a probar sus aguas, cada una con su sabor y temperatura particulares. Llenamos nuestras botellas, deseosos de llevarnos un pedacito de su poder curativo a casa.
Antes de comer, nos sentamos en la terraza del Restaurante Prestige, con vistas al río Teplá. Disfrutamos de unas refrescantes cervezas checas acompañadas de un delicioso pulpo a la gallega.
El almuerzo en el Sanatorium Kirman fue un viaje gastronómico por la región. Degustamos platos tradicionales checos, elaborados con ingredientes frescos y de temporada. Cada bocado era una explosión de sabores auténticos que nos acercaban a la cultura local.
Por la tarde, nos perdimos por las encantadoras tiendas de Karlovy Vary, buscando recuerdos y productos típicos. No pudimos resistirnos a admirar las botellas de Becherovka, el licor de hierbas local, y otros souvenirs pensando con nuestros seres queridos.
De vuelta a Praga, hicimos una para admirar la fascinante escultura cinética de la cabeza de Franz Kafka. Esta obra de arte, en constante movimiento, nos dejó maravillados y nos invitó a reflexionar sobre la mente inquieta y creativa del escritor.
Regresamos al hotel con el corazón lleno de gratitud por haber vivido un día tan especial. La cena en el hotel fue el broche de oro perfecto para una jornada inolvidable. Karlovy Vary nos había transportado a un mundo de elegancia, historia y bienestar, dejándonos con ganas de volver a sumergirnos en sus aguas curativas y su atmósfera mágica.
DÍA 4 (26/9/24): PRAGA: UN ADIÓS ENTRE HISTORIA Y MELODÍAS BAJO LA LLUVIA
Nuestro último día en Praga amaneció con una fina lluvia. Con paraguas en mano y chubasqueros puestos, nos adentramos en el Barrio Judío, un laberinto de calles estrechas y empedradas que nos transportó a otra época. Este barrio, uno de los más antiguos y mejor conservados de Europa, guarda entre sus muros siglos de historia y tradición judía.
Nuestra primera parada fue la Sinagoga Vieja-Nueva, la más antigua de Europa Central aún en funcionamiento. Su arquitectura gótica, con sus arcos apuntados y sus bóvedas de crucería, nos impresionó por su solemnidad y belleza. En su interior, la tenue luz que se filtraba por las ventanas creaba una atmósfera mística y conmovedora.
Continuamos nuestro recorrido por la Sinagoga Pinkas, que hoy en día alberga un conmovedor memorial en recuerdo de las víctimas del Holocausto. Las paredes están cubiertas con los nombres de miles de judíos checos que perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial, un testimonio silencioso que nos recordó la crueldad y la barbarie de aquellos años oscuros.
La Sinagoga Española, con su exuberante decoración morisca, nos sorprendió por su singularidad. Sus arcos de herradura, azulejos de colores y lámparas de araña creaban un ambiente exótico y fascinante. Nos imaginamos a la comunidad judía de Praga reuniéndose en este lugar para celebrar sus fiestas y tradiciones.
El antiguo cementerio judío, con sus miles de lápidas amontonadas unas sobre otras, nos sobrecogió por su atmósfera de solemnidad y misterio. Caminamos entre las tumbas, cubiertas de musgo y líquenes, leyendo las inscripciones y tratando de imaginar las vidas de aquellos que descansaban allí. El tiempo parecía haberse detenido en este lugar, un remanso de paz en medio del bullicio de la ciudad.
Después de un almuerzo en el restaurante Bohemia, donde degustamos platos tradicionales como el goulash y el cerdo asado con knedlíky, nos dirigimos al embarcadero para realizar un crucero por el río Moldava. Desde el barco, contemplamos Praga desde una perspectiva única. El Puente de Carlos, con sus estatuas barrocas, se alzaba majestuoso sobre el río. El Castillo de Praga, iluminado por el sol que finalmente se abría paso entre las nubes, dominaba la ciudad desde lo alto. La suave melodía que sonaba en el barco y el murmullo del agua creaban una atmósfera relajante y mágica.
Al caer la tarde, regresamos a tierra firme y dimos un último paseo por las calles de Praga, despidiéndonos de sus rincones con encanto. Antes de cenar, hicimos una parada en el bar Trinity, donde disfrutamos de una cerveza checa en un ambiente animado y acogedor. Brindamos por nuestra estancia en Praga, por los momentos compartidos y por las aventuras que nos esperaban en Budapest.
La cena en el hotel fue el broche de oro a nuestra estancia en Praga. Con el corazón lleno de recuerdos y emociones, nos preparamos para partir hacia Budapest al día siguiente, listos para una nueva aventura.
DÍA 5 (27/)/24): DE PRAGA A BUDAPEST, CON UNA PARADA EN BRATISLAVA
Con las maletas listas y el corazón lleno de recuerdos de Praga, partimos hacia Budapest. El viaje en autobús fue una oportunidad para intercambiar fotos y anécdotas con nuestros compañeros de viaje, y para disfrutar de los paisajes de Eslovaquia.
Pasamos por Berno, la segunda ciudad más grande de Eslovaquia. Desde el autobús, admiramos su imponente catedral, con sus tonos oscuros y su historia ligada a la Guerra de los Treinta Años.
Continuamos nuestro viaje hacia Bratislava, la capital de Eslovaquia, donde llegamos alrededor del mediodía. Antes de almorzar, visitamos la encantadora Iglesia Azul, una joya arquitectónica de estilo Art Nouveau.
El almuerzo en el restaurante Kolkovna fue una delicia. Disfrutamos de platos checos tradicionales, como una ensalada fresca y una exquisita lasaña, acompañados de la famosa cerveza Pilsner Urquell de barril. De postre, una bandeja de frutas frescas nos proporcionó el toque final perfecto.
Después de comer, dimos un paseo a orillas del Danubio, admirando las esculturas y disfrutando de las vistas panorámicas del castillo. Recorrimos el casco antiguo, pasando por la Puerta de San Miguel y el Palacio Primacial, sumergiéndonos en la historia y la cultura de Bratislava.
Continuamos nuestro viaje hacia Hungría, escuchando música relajante mientras cruzábamos la frontera. Al llegar a Budapest, nos instalamos en el hotel Novotel Centrum y salimos a dar un paseo por la ciudad, disfrutando de una cerveza en un bar local.
La cena en el hotel, amenizada con música en vivo, fue el cierre perfecto para un día lleno de emociones y nuevos descubrimientos. ¡Estábamos listos para explorar Budapest al día siguiente!
DÍA 6 (28/9/24): BUDAPEST. UN PASEO POR LA HISTORIA Y LA BELLEZA
Budapest nos recibió con un cielo encapotado y una lluvia persistente. Sin embargo, el encanto de la ciudad no se vio empañado. Comenzamos nuestra exploración en la emblemática Plaza de los Héroes, admirando sus estatuas y monumentos. Luego, recorrimos la elegante Avenida Andrássy, flanqueada por majestuosos edificios y tiendas de lujo.
La lluvia nos acompañó hasta el barrio del Castillo de Buda, donde nos maravillamos con las vistas panorámicas del Danubio y Pest desde el Bastión de los Pescadores. Bajamos caminando hasta el Puente de las Cadenas, un símbolo icónico de la ciudad.
El almuerzo en el restaurante Astoria fue una experiencia deliciosa. Disfrutamos de la gastronomía húngara, con platos tradicionales como el gulash y el pollo paprikash.
Por la tarde, visitamos la impresionante Basílica de San Esteban, la iglesia más grande de Hungría, y el imponente Parlamento húngaro, uno de los edificios legislativos más grandes del mundo.
La noche nos llevó a las famosas ruinas de Budapest, donde disfrutamos de unas cervezas en un ambiente único y bohemio. La cena en el hotel, amenizada con música en vivo de violines, fue el broche de oro para un día lleno de historia y cultura. Budapest nos estaba conquistando con su encanto y su belleza.
DÍA 7 (29/9/24): SAN ANDRÉS. UN REMANSO DE ARTE Y CULTURA A ORILLAS DEL DANUBIO
Después de un delicioso desayuno en el hotel, nos embarcamos en una excursión a Szentendre (San Andrés), un encantador pueblo de artistas a orillas del Danubio. La belleza de este lugar nos cautivó desde el primer momento.
Paseamos por sus calles empedradas, admirando las casas barrocas y neoclásicas de colores pastel que le dan un aire de cuento de hadas. La Plaza Mayor, corazón de la ciudad, nos recibió con su ambiente animado y sus terrazas de cafés observábamos la vida local.
La imponente Catedral Belgrado, con su iconostasio dorado y sus frescos, nos impresionó con su rica historia y su arquitectura ortodoxa serbia. Nos sentamos junto al Danubio, contemplando las impresionantes vistas del río y los alrededores.
Pasamos por la puerta del Museo del Mazapán, sumergiéndonos en el dulce mundo de esta delicia húngara. Recorrimos las tiendas de souvenirs, descubriendo tesoros artesanales y obras de arte local.
El almuerzo en Rab Raby fue una experiencia gastronómica inolvidable. Degustamos un menú típico húngaro, con platos como la sopa goulash, el pollo paprikash, el lecsó y las palacsinta, acompañados del famoso vino Tokaji.
Regresamos a Budapest a primera hora de la tarde, con el corazón lleno de recuerdos de Szentendre. Descansamos en el hotel hasta la hora de la cena, y antes, disfrutamos de una cerveza en la cervecería Rizmajer Beer House, sumergiéndonos en la cultura cervecera de Budapest.
La noche nos deparaba una experiencia mágica: un crucero con cena por el Danubio. El barco nos llevó a través de la ciudad iluminada, ofreciéndonos vistas panorámicas del Parlamento, el Castillo de Buda y el Puente de las Cadenas. La cena a bordo fue deliciosa, pero las vistas se robaron el protagonismo. Durante dos horas, disfrutamos de una combinación perfecta de sabores y paisajes, brindando por la belleza de Budapest y la maravillosa experiencia que estábamos viviendo.
Regresamos al hotel con el corazón lleno de gratitud y la mente llena de imágenes inolvidables. Budapest nos había conquistado por completo, y este crucero fue el broche de oro para nuestra estancia en esta ciudad mágica.
DÍA 8 (30/9/24): EL ADIÓS A BUDAPEST Y EL REGRESO A CASA
Nuestro último día en Budapest llegó demasiado pronto. Disfrutamos de un último desayuno en el hotel, saboreando cada bocado mientras recordábamos los momentos especiales que vivimos en esta ciudad.
Antes de partir, nos dimos el gusto de tomar un último café en la cafetería Nueva York, cerca del hotel, un lugar con un encanto especial.
A las once de la mañana, con las maletas llenas de recuerdos y el corazón lleno de nostalgia, nos despedimos de Budapest y nos dirigimos al aeropuerto. El viaje transcurrió sin contratiempos, y llegamos con tiempo suficiente para hacer los trámites de embarque y pasar los controles de seguridad sin prisas.
El vuelo de regreso a Madrid fue tranquilo, y al aterrizar, nos esperaba un autobús que nos llevaría de vuelta a Cieza. Aunque el trayecto fue largo, la emoción de compartir nuestras experiencias y revivir los mejores momentos del viaje nos mantuvo despiertos y animados.
Finalmente, pasada la medianoche, llegamos a Cieza, cansados pero felices. A pesar de que el viaje de regreso fue largo y agotador, volvimos con la sensación de haber vivido una experiencia única e inolvidable. Praga y Budapest nos habían dejado una huella imborrable en nuestros corazones, y estábamos seguros de que los recuerdos de este viaje nos acompañarían para siempre.
Con una mezcla de nostalgia y gratitud, nos despedimos de nuestros compañeros de viaje, prometiendo mantener el contacto y compartir las fotos y videos que habíamos capturado durante nuestra aventura.
Este viaje a Praga y Budapest había sido mucho más que unas simples vacaciones. Había sido un viaje de descubrimiento, de aprendizaje y de crecimiento personal. Habíamos explorado ciudades llenas de historia y cultura, conocido gente maravillosa y vivido experiencias que atesoraremos para siempre.
Con la promesa de volver a viajar juntos pronto, nos despedimos, llevando con nosotros la magia de Praga y Budapest en nuestros corazones. ¡Hasta la próxima aventura!