Recuerdo
perfectamente cómo mi madre amasaba pan todas las semanas. Lo hacía los sábados
por la mañana; empezaba muy temprano preparando la masa y era casi mediodía
cuando sacaba el pan del horno. Lo recuerdo a través de
todos mis sentidos; quizás los distintos aromas que se sucedían a lo largo de
la mañana son los que mejor recuerdo y pellizcar el pan caliente saliendo del
horno y humeante al trocearlo aún me produce, ahora muchos años después,
especiales sensaciones de felicidad; para mí eran mañanas de fiesta en las que
mi madre me contaba mil historias y con sus manos hacia cosas extraordinarias
que me fascinaban y parecían magia. Recuerdo los sacos de harina, el lebrillo
con la masa tapada con un paño, cómo la masa iba aumentado de tamaño en el
librillo, los trozos de masa crecidos, las manos de mi madre blancas por la
harina, cómo le daba forma alargada a los trozos de masa con unos pequeños
cortes en la parte superior, cómo preparaba a lo largo de la mañana el horno
con leña para alcanzar la temperatura, cómo metía los panes en el horno y cómo
después los sacaba ya convertidos en panes preparados para ser comidos a lo
largo de la semana.
Algo
muy parecido han debido vivir esta semana los niños de infantil de cuatro años
del colegio "Antonio Buitrago Gómez" de Cieza que han visitado la Panadería Manolo acompañados por sus tutoras Elena y Ana con los apoyos de Loli
y Amparo. Allí, cincuenta niños han podido aprender a través de todos sus
sentidos cómo se hace el pan, los ingredientes que lleva, la función de la
levadura… Han podido hacer pan con sus propias manos, creando panes con
distintas formas y dejando correr la imaginación; al final, su pan recién
sacado del horno se lo han llevado con bolsas a sus casas para poder
compartirlo con su familia y contar cómo lo han hecho. Seguro que es un pan
especial; como especial era el pan que hacían nuestras madres y abuelas.
Por
una mañana, Toñi y Antoñina han sido como nuestras madres o abuelas, han sido
auténticas "maestras" que han compartido sus conocimientos y han
disfrutado de tener a su alrededor, casi durante dos horas, a niños encantados,
maravillados, con muchas preguntas, jugando con la masa y dándole formas. Esta
es una escena que se repite desde hace más de 7 años. Juan Carlos, el responsable de la panadería,
está encantado; él aún recuerda con especial emoción la primera visita del
colegio "El Fatego" y de las redacciones y escritos que los niños
hicieron de la visita; se considera un auténtico afortunado por poder hacerlo y
de repetirlo cada vez que un colegio se lo pide; le encanta sentirse en el
pasado y hacer un pan lo más parecido a como lo hacían nuestras abuelas. Lo
último que hablamos es de hacer unas toñas de Navidad con el centro de Día de
los Tocaos del Ala. ¡Seguro que resulta una experiencia inolvidable!