martes, 7 de mayo de 2024

La Fuente del Madroñal: Un oasis en la memoria

La Fuente del Madroñal es más que un simple manantial; es un pedazo de mi infancia, un lugar grabado a fuego en la memoria colectiva de Cieza. Parece que desde siempre, ha estado ahí, como si la naturaleza la hubiera puesto allí con mimo. Pero la realidad es que fue la mano del hombre la que la hizo posible, convirtiendo un terreno árido en un vergel.

 

Recuerdo cuando era pequeño, las visitas casi semanales a la fuente para llenar garrafas de agua. Era un agua pura y fresca, considerada de gran calidad, y la fuente nunca dejaba de manar, ni siquiera en los veranos más secos.

Esa agua fue aprovechada durante años para regar la finca del Madroñal, creando un oasis en medio de la montaña. Una gran balsa de riego, construida con piedra y cal, canalizaba el agua hacia una multitud de frutales: naranjos, limoneros, mandarinos, viñas... Y en el centro de todo, el madroño centenario, símbolo de la tenacidad de la vida.

Detrás de este vergel se encontraba la labor incansable del hombre. Hace muchos años, se construyó una conducción desde el nacimiento del manantial, situado a 800 metros de altitud, hasta la fuente. Un esfuerzo titánico que transformó las áridas laderas en un jardín exuberante.

En su origen, el agua brotaba libremente por la ladera, alimentando balsas y abrevaderos para los animales. A lo largo del tiempo, se fueron implementando diferentes sistemas de conducción: primero con tejas apiladas, luego tuberías de hierro y finalmente, las de PVC que yo recuerdo. Estas últimas permitieron canalizar el agua hacia la balsa y convertir la fuente en un manantial inagotable.

Hoy en día, el agua vuelve a fluir libremente por la ladera, como un recordatorio del ciclo natural y la importancia de preservar este tesoro natural. La Fuente del Madroñal sigue siendo un lugar mágico, un oasis en la memoria y un símbolo de la capacidad humana para transformar el entorno.


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