En el corazón de Cieza, entre frondosa vegetación y recuerdos de tiempos pasados, se erige un gigante solitario: el Madroño del Madroñal. Este árbol centenario, que da nombre a la finca que lo alberga, ostenta el título de árbol singular por su monumental tamaño y antigüedad, representando un tesoro de alto valor ecológico y patrimonial.
Durante siglos, ha sido testigo silencioso del paso de generaciones que lo han contemplado y cuidado. Su época dorada la vivió junto a Guillermo del Madroñal, quien dedicó su vida a mimar el entorno, especialmente al madroño. La fértil tierra, el agua del manantial y el esmero de Guillermo transformaron la finca en un vergel donde el árbol crecía feliz.
Sin embargo, el tiempo no ha sido bondadoso con este gigante. Tras años de abandono, el madroño se encuentra casi asfixiado por la maleza, sin poda adecuada y sediento de un agua que ya no baña sus raíces. Es una pena que un ejemplar único, con tanta historia y valor ecológico, se halle en este estado de deterioro, casi enterrado por la maleza que obstaculiza el acceso.
El Madroño del Madroñal permanece solo y abandonado, esperando que alguien tome medidas para rescatarlo, garantizar su conservación y devolverle su imponente majestuosidad. ¿Volverá este gigante a brillar como símbolo de la riqueza natural y cultural de Cieza.
Este árbol centenario no es solo un ejemplar único, es un pedazo de nuestra historia y un tesoro natural que merece ser preservado. Es nuestro deber protegerlo y asegurarnos de que las futuras generaciones puedan disfrutar de su majestuosidad.
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