Joaquín Sánchez y Juan José Tamayo |
Juan José Tamayo-Acosta es doctor en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Dirige la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones en la Universidad Carlos III de Madrid y es profesor invitado en numerosas universidades nacionales e internacionales, sobre todo de América Latina y África Es, asimismo, secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y del Comité Internacional del Foro Mundial de Teología y Liberación, en que viene participando desde su nacimiento hace diez años.
¿Qué se entiende por intelectual? ¿Dónde se encuentran hoy los intelectuales? ¿Han desaparecido? ¿Cuál es su relación con los movimientos sociales? ¿Cuál es el papel de los intelectuales y de los movimientos sociales, especialmente en los tiempos de incertidumbre que estamos viviendo, en los que, por mor de la crisis, crecen las desigualdades sociales, se mantienen las discriminaciones de género contra las mujeres hasta llegar al feminicidio, la democracia se ve amenazada por la dictadura de los mercados, se producen recortes en los servicios básicos de educación, sanidad, servicios sociales, cultura, vivienda, etc.?. Estas han sido algunas de las principales cuestiones puestas sobre la mesa. Y continuación se destacan algunas de sus afirmaciones que también pueden servir para el debate.
Los intelectuales son personas comprometidas en el espacio público con conciencia crítica hacia todos los poderes desde la más profunda coherencia ética intentando despertar conciencias adormecidas. Los intelectuales deben elaborar narrativas de la historia que sean alternativas a la visión oficial u oficialista y a los discursos políticamente correctos; construir espacios de con-vivencia y de diá-logo en vez de campos de batalla y de monólogos oficiales; defender criterios éticos de vida digna frente a la acumulación del poder y del tener que deforma la vida humana; argumentar en favor de y fortalecer el binomio paz e igualdad.
Los intelectuales no pueden instalarse cómodamente en la realidad, ni contentarse con la realidad tal como es. Tienen que preguntarse cómo debe ser (momento ético) y colaborar en su transformación (momento de la praxis). Por eso han de desestabilizar el orden establecido injusto, despertar las conciencias adormecidas y revolucionar las mentes instaladas y soñar con cosas que nunca han existido.
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