domingo, 10 de marzo de 2013

Rosa Peñalver en Cieza: "En mi época fue la copla"

Recuerdo tardes en las que mi padre o mi madre me contaban cuentos e historias fantásticas, recuerdo horas y horas contando cuentos a mis hijas y buscando libros de cuentos para regalarles; y así un ciclo que, a través de la transmisión oral, se debe remontar a los orígenes de la humanidad. Algo similar ocurre con las coplas populares. Creo que en realidad no somos plenamente conscientes del papel que juegan los cuentos y coplas en la creación de estereotipos y consolidación de modelos de relaciones entre hombres y mujeres. ¿Cuál es el papel de los cuentos y las coplas en la creación de estereotipos y consolidación de modelos de relaciones entre hombres y mujeres?.

El pasado jueves 7 de marzo, Rosa Peñalver, responsable de Igualdad de la Ejecutiva regional socialista, estuvo en Cieza para intentar aportar algo de luz a esta pregunta. Fue en el local Asociación de Vecinos de San José Obrero donde impartió una charla muy amena e interactiva titulada La mujer a través de la copla y los cuentos (ver noticia en Ciezanet y ver una imagen de la sala durante la charla). Las coplas fueron el tema central que sirvieron de hilo conductor del encuentro de Rosa Peñalver con las mujeres de Cieza en el Día Internacional de la Mujer. Es un tema muy cercano a todos y también a Rosa quien nos cuenta su vivencia personal en este breve relato titulado : "En mi época fue la copla":

Mi madre y las mujeres de su generación apenas aprendieron a leer y escribir, la escuela no estaba al alcance de los hijos e hijas de los trabajadores en aquella España franquista de la posguerra pero el Régimen no dejó al azar ni descuidó “la educación de las niñas”, al contrario, se ocupó de que fueran “buenas cristianas” y que aprendieran bien “las tareas propias de su sexo”, aquellas cosas que necesitaban para ser buenas hijas, esposas y madres condiciones que resumían todo lo que se esperaba de las mujeres en aquel mundo de anestesia de la postguerra que decía Carmen Martin Gaite.


Estas mujeres, que apenas aprendieron a leer y escribir recibían los mensajes apropiados a través de la Sección Femenina y a través de los púlpitos. Así aprendieron como era una buena esposa, como debía comportarse una buena hija, que se esperaba de una buena madre y así nos lo enseñaban ellas a nosotras. Nosotras, las hijas de estas mujeres cuando volvíamos del colegio por las tardes mientras estudiábamos el descubrimiento de América o la lista de los reyes godos, oíamos a lo lejos la radio que nuestra madre tenía en la cocina : “E.A.J. 17 Radio Murcia” y escuchábamos a nuestra madre cantar con doña Concha Piquer la historia de aquella mujer enamorada que vagaba de mostrador en mostrador buscando a un marinero  rubio como la cerveza que llevaba un tatuaje en el pecho; aquello si que era una historia de verdad, una historia que nos trasladaba fuera del recinto asfixiante que eran nuestros pueblos, esas cosas que cantaban por la radio a las chicas decentes de la España franquista no nos pasaban, eso solo le ocurría a mujeres que se dejaban besar como la del marinero rubio como la cerveza, eso le pasaba a chicas que no serían nunca como nosotras, que no se casarían ni tendrían un hogar, era evidente que no serían buenas esposas, ni buenas madres porque eran mujeres que iban a los bares, mujeres de mala vida, mujeres que no tenían nombres y apellidos como nosotras, que tenían su apodo por bandera: La Lirio, La Ruiseñora, La Petenera, La Zarzamora, la Lola Puñales, la Salvaora….. y así aprendimos que había dos tipos de mujeres, supimos que había que evitar los besos que hacían a las mujeres desgraciadas y perderse después de mostrador en mostrador, había que huir de los hombres que “llevaban anillos de casaos”, aprendimos que había que “esperar hasta muy tarde sin hacer ningún reproche” todo lo más preguntar si te quería, aprendíamos que había que querer más que a los ojos, más que a la vida, más que al aire que respirábamos… aprendimos así muchas cosas… supimos por Antonio Machin que se pueden querer dos mujeres a la vez y no estar loco, aprendimos a no sorprendernos después de que eso le pasara a tantos hombres… Escribía Simone de Beavoir que “una mujer no nace, se hace” y así se nos enseñaba a ser mujer en aquella España franquista.


Me siguen encantando las coplas, me las sigo poniendo sobre todo para hacer tareas domésticas pero es bueno que las mujeres reflexionemos sobre cómo se trasmiten determinados valores, prejuicios, como se normalizaban cosas injustificables… Somos hijas de una época y en nuestra época fue la copla.


Aparentemente en los últimos tiempos se han producido importantes avances en el camino de la igualdad entre hombres y mujeres, pero creo que en gran parte es más apariencia que realidad. Queda mucho camino por andar.

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