domingo, 10 de agosto de 2025

La obra inacabada tiene rostro y fecha: "Vivir con ataxia: el alma cincelada"


Durante años, me ha fascinado la obra
non finito de Miguel Ángel, esas esculturas que parecen luchar por liberarse de la piedra. Veía en ellas una metáfora poderosa de la propia existencia: una batalla constante por definirnos, por pulir nuestras aristas, por alcanzar una versión de nosotros mismos que quizás nunca será definitiva. No sabía hasta qué punto esa intuición se convertiría en el mapa de mi propia vida.

Hoy, con una mezcla de vértigo y una serena emoción, quiero compartir con vosotros el fruto de este viaje. Es un inmenso placer anunciar oficialmente que mi libro, "Vivir con ataxia: el alma cincelada", se publicará el próximo 20 de agosto de 2025 en formato eBook y libro de tapa blanda.

Este libro es mi diálogo más íntimo con el mármol, la crónica de cómo un diagnóstico, la ataxia, se convirtió en el cincel que empezó a esculpir mi vida sin mi permiso. Pero es también el testimonio de cómo podemos aprender a guiar ese cincel, a encontrar belleza en la imperfección y a construir un propósito incluso cuando el diseño original se ha hecho añicos.

Aquí os presento su portada, el rostro de esta obra. Es una imagen que, para mí, captura la esencia de este relato: la fragilidad, la interdependencia y la belleza que reside en la lucha compartida.

Espero que estas páginas sirvan de eco, de compañía y de luz para quien se sienta en su propia batalla con el mármol. La obra continúa, y me sentiré honrado de que me acompañéis en este tramo del viaje.


miércoles, 6 de agosto de 2025

La puerta, el hilo y el ¡crac! de mi abuela

Hay historias familiares que se te graban a fuego, y una de las que más me impactó fue la que mi padre me contaba sobre mi abuela Luisa en el Mogente de los años 50. En un tiempo sin dentistas, un dolor de muelas era una auténtica tortura. Y mi abuela, con una mezcla de ingenio y valentía, era la solución.

Imagino la escena: ataba la muela dolorida con un hilo fuerte y el otro extremo a la manivela de la puerta. Luego, con un golpe seco, cerraba la puerta. ¡Crac! Un instante brutal, pero el alivio para el "paciente" era inmediato y liberador.

Cada vez que me siento en el cómodo sillón de un dentista, pienso en ella. Pienso en sus manos, que igual traían niños al mundo que ponían fin a una agonía con un portazo. Su historia no es para romantizar las dificultades de antaño, sino para valorar el inmenso tesoro que hemos construido.

Aquella puerta era el síntoma de un abandono, la prueba de que la salud era un lujo y no un derecho. El verdadero homenaje a mi abuela, y a tantas como ella, es defender con uñas y dientes nuestra sanidad pública. Luchar para que la única puerta que se cierre sea la de la consulta, después de una atención digna y segura.

Esta es solo una de las historias que narro en mi obra autobiográfica, «Del candil a la bombilla». Si te ha conmovido, te invito a descubrir el relato completo en: https://goo.su/3IVhEP2