Desde el pasado viernes Alali ya está con nosotros. Él es uno de los 153 niños saharauis que este año han llegado a la Región de Murcia con el Programa Vacaciones en Paz; y él es uno de los 7 que han llegado a Cieza. Este es su cuarto verano con nosotros. Un fin de semana para recuperar la normalidad, para hablar con su padre y madre que se ha quedado en los Campamentos de refugiados. Nos hemos adaptado sin problemas; parece que fue “ayer” cuando se marcho, aunque en realidad hace ya diez meses.
Detrás deja los campamentos de refugiados en el desierto más duro del mundo: la Hamada en el sur de Argelia; es un lugar inhóspito, donde se alcanzan en verano los 55 ºC.; es el pueblo Saharaui que forma parte de ese grupo de pueblos sin tierra, que por motivos políticos han sido arrancados de sus orígenes y buscan poder tener de nuevo ese derecho. Es una situación insostenible que dura ya más de 30 años y que afecta a más de 300.000 personas; 60.000 niños dependen de la solidaridad internacional y lo peor es que los intereses económicos y políticos y la hipocresía internacional hacen que no haya perspectivas de solución a corto o medio plazo y que el futuro de estos niños sea totalmente incierto y, lo más terrible, sin esperanza
Alali es el rostro visible de una causa política y de una situación humanitaria que cada vez es más invisible e insostenible.
Detrás deja los campamentos de refugiados en el desierto más duro del mundo: la Hamada en el sur de Argelia; es un lugar inhóspito, donde se alcanzan en verano los 55 ºC.; es el pueblo Saharaui que forma parte de ese grupo de pueblos sin tierra, que por motivos políticos han sido arrancados de sus orígenes y buscan poder tener de nuevo ese derecho. Es una situación insostenible que dura ya más de 30 años y que afecta a más de 300.000 personas; 60.000 niños dependen de la solidaridad internacional y lo peor es que los intereses económicos y políticos y la hipocresía internacional hacen que no haya perspectivas de solución a corto o medio plazo y que el futuro de estos niños sea totalmente incierto y, lo más terrible, sin esperanza
Alali es el rostro visible de una causa política y de una situación humanitaria que cada vez es más invisible e insostenible.
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