A las cuatro y cinco de la tarde del pasado sábado 30 de agosto salieron de Cieza los niños saharauis que durante dos meses han sido acogidos por familias ciezanas en el programa Vacaciones en Paz. Un año más se repite la experiencia que resulta inmensamente gratificante para los niños acogidos y para las familias. En la despedida se repiten los abrazos, lagrimas, planes para visitar a los niños en los campamentos y para la acogida del próximo verano; grandes maletas con comida, ropa, golosinas, regalos; en total cada niño se va con 30 kilos de equipaje (lo máximo para poder embarcar en el avión). Pero lo más importante es lo que han vivido y aprendido tanto los niños como las familias. Cabe destacar la significativa aportación de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Cieca que junto a otras de toda la región hace posible año tras año esta experiencia sea una realidad.
Estos niños vuelven con sus familias en el desierto más duro del mundo: la Hamada en el sur de Argelia; es un lugar inhóspito, donde se alcanzan en verano los 55 ºC y donde no existía ningún tipo de vida hasta la llegada de este pueblo. Son más de 200.000 refugiados que desde 1975 viven desplazados de su tierra. Este es el pueblo Saharaui que forma parte de ese grupo de pueblos sin tierra, que por motivos políticos ha sido arrancados de sus orígenes y buscan poder tener de nuevo ese derecho. Desde hace más de 30 años esta población sobrevive en condiciones durísimas en la parte más inhóspita del desierto, dependiendo de la solidaridad internacional, principalmente del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Comité Internacional de Cruz Roja (CICR), Programa Mundial de Alimentos (PMA) y de las ONGs. Y desde hace 17 años el programa Vacaciones en Paz ocupa un lugar muy destacado que permiten que los niños conozcan otra cultura, aprendan otro idioma y reciban la atención médica propia de cualquier niño de su edad.
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