jueves, 19 de diciembre de 2024

Las dos caras del "buenísimo": una apuesta por la empatía y el diálogo

 La palabra " buenísmo" se suele utilizar peyorativamente para calificar una actitud de que todo vale. Pero tiene otra acepción, que para mí es muy importante, ligada a un visión positiva.

 

Es cierto, la palabra "buenismo" suele utilizarse con una connotación negativa, casi como un sinónimo de ingenuidad o excesiva tolerancia, dando a entender que quien la practica es alguien iluso que ignora la realidad del mundo. Se asocia a la idea de que "todo vale" y que cualquier comportamiento, por reprochable que sea, debe ser justificado o disculpado.
 

Sin embargo, el "buenismo" también puede entenderse desde una perspectiva mucho más positiva y enriquecedora. Para mí, está ligado a la confianza en la bondad innata del ser humano, a la creencia en su capacidad de cambio y mejora. Implica una actitud de apertura al diálogo y la comprensión, buscando siempre el entendimiento y la reconciliación, incluso en situaciones de conflicto.
Este "buenismo" positivo no se trata de ser ingenuo o tolerar lo intolerable, sino de apostar por la empatía, la compasión y el perdón, de creer en la posibilidad de construir un mundo mejor a través del respeto y la colaboración. Es una visión que rechaza el cinismo y la desesperanza, y que se atreve a soñar con una sociedad más justa y solidaria.
 

En definitiva, el "buenismo" puede ser un arma de doble filo. Dependiendo del uso que se le dé, puede llevar a la inacción y la permisividad, o bien convertirse en un motor de cambio social positivo. Creo que es importante reivindicar esta segunda acepción, la del "buenismo" como una fuerza constructiva que nos impulse a ser mejores personas y a crear un mundo más humano.

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