Llegaron a Cieza este martes los niños saharauis que participan en el Programa Vacaciones en Paz. Estos niños, entre siete doce años, dejan por dos meses a su familia y también unas condiciones de vida extrema en el Sahara argelino, en el que sobreviven en campos de refugiados desde finales de los setenta esperando volver a una tierra que es suya. Esta iniciativa permite que los niños de este pueblo en el exilio puedan vivir durante los meses de julio y agosto una vida diferente acogidos en hogares de familias españolas. Sin duda es una experiencia vital única en la que se combinan solidaridad, tolerancia, aprendizaje, salud, amistad, cariño y cultura. Esta iniciativa tiene implicaciones para los niños y para el pueblo saharaui. Los niños puedan vivir durante los meses de verano fuera de los campos de refugiados. Las ya de por sí duras condiciones del Sahara se endurecen hasta niveles difíciles de soportar en los meses de julio y agosto, con temperaturas que alcanzan los 50º a la sombra. Además permite que los pequeños tengan una oportunidad de conocer una nueva cultura, un nuevo idioma, unas nuevas costumbres... algo vedado para ellos en condiciones normales. Y también hace posible que el niño pueda ser revisado a través de exámenes médicos, lo que permitirá incrementar las opciones de un desarrollo físico saludable, algo de importancia capital en un entorno de condiciones extremas como en el que viven. Sin duda esta perspectiva es muy importante. Pero este programa también se ha convertido en una de las principales fuentes de ayuda humanitaria.
Este año voy a vivir la experiencia de forma directa. Después de la semana que pase el año pasado en los campamentos saharauis tenía claro que debía participar en este programa. El martes entró en casa Alal que según su ficha el próximo día 25 cumple 8 años. Y ya solo en dos días es parte de la familia. Pero creo que es mucho más que un niño al que hay que alimentar, controlar sanitariamente y hacer que se lo pase bien. Es también y desde mi punto de vista la imagen de una injusticia política y humanitaria que no nos debe dejar indiferentes. Es una excepcional oportunidad para mantener viva la causa saharaui ¿No es este el punto central, el gran reto? ¿Qué se puede hacer en este sentido?
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