La genialidad creativa de Miguel Ángel nos legó dos tipos de belleza: el David, que encarna la perfección formal y pulida, y el Esclavo despertando, que expone la nobleza de la lucha por emerger del mármol. Para el relato Vivir con ataxia: el alma cincelada, la belleza humana no reside en la inmaculada perfección del David, sino en la tensión y el proceso del Esclavo despertando.
La vida de Juanjo Ortiz Marín es la prueba irrefutable de que el Esclavo es tan hermoso y perfecto como el David, porque su existencia es el triunfo de la felicidad resiliente, forjada durante más de cuatro décadas por el amor inquebrantable de su familia.
I. El golpe seco: la irrupción del Non Finito
Juanjo era un niño alegre, un buen estudiante y amante del fútbol. Pero el 23 de febrero de 1977, un accidente traumático—su caída por el hueco de la escalera— impuso el "non finito" en su vida. La obra que se creía planificada fue golpeada por un cincel inesperado.
Aprender a hablar con el mármol: ante los pronósticos desalentadores, Juanjo fue la figura obligada a "aprenderlo todo desde cero" a través de años de operaciones y rehabilitación interminables. Su lucha por recuperar las funciones es la materialización del concepto de "alma cincelada", que no es otra cosa que el espíritu moldeado y fortalecido por la adversidad.
No resignación, sino propósito: sus padres, Pepita Valera y el difunto Juan Ortiz, comprendieron que la tarea no era la resignación, sino la integridad de la lucha. La vida de Juanjo se convirtió en el faro de un proyecto que transformaría la adversidad en un propósito trascendente.
II. La belleza de la pugna: el camino del Esclavo despertando
Juanjo representa la belleza de la condición humana en su punto más vulnerable y valiente. Su felicidad no fue un regalo, sino el resultado de aplicar la filosofía del microéxito en el día a día.
El microéxito como combustible: La familia encontró el motor de la vida en que "cualquier cambio o progreso por pequeño que fuera llenaba de gozo y eran un aliciente para seguir". Esta estrategia, vital para el afrontamiento de la ataxia, enseña que la felicidad no se espera en una meta final, sino que se celebra en cada pequeño avance.
La fortaleza de Pepita: La madre, Pepita Valera, es el pilar de la resiliencia en tiempo presente. Ella vivió bajo la filosofía del deportista de élite, demostrando que la vida no se abandona. Su visión de la vida, basada en que el dolor desgarrador y la felicidad son compatibles, permitió que el sufrimiento se transformara en lucha, superación y esperanza. Su fuerza es lo que hoy sostiene la alegría de Juanjo.
III. El andamio del amor y el logro de la integración plena
El relato de la ataxia enfatiza que el "alma cincelada" necesita una "tribu" o "andamio" para sostenerse. El triunfo de Juanjo es el éxito de este andamio familiar y comunitario.
El andamio de la familia: la familia se organizó bajo la corresponsabilidad y la comunicación sincera, un cimiento que permitió que, incluso tras el fallecimiento del padre, el hogar siguiera siendo un lugar donde "se respira felicidad". Juanjo, plenamente integrado, disfruta de la compañía de sus sobrinos, que son parte esencial de su alegría.
La plenitud a pesar de las limitaciones: la familia se negó a la reclusión, logrando la integración absoluta. Juanjo ha disfrutado plenamente de la vida, participando en viajes de estudios, carnavales, y multitud de viajes y colonias con la asociación. Con absoluta certeza: "Con sus limitaciones, Juanjo ha sido feliz, ha disfrutado de la familia y de la vida".
El propósito forjado: la cofundación de la asociación "Tocaos del Ala-Ángel Soler" es la evidencia de que la adversidad fue canalizada en servicio. La vida activa de Juanjo en la asociación (Centro de Día, talleres, risoterapia) valida la máxima de su madre: "Para ser feliz tienes que saber el porqué, el para qué y el para quién".
Conclusión: el triunfo de la existencia
Juanjo Ortiz Marín es el triunfo de la existencia que se niega a ser incompleta. Su historia es la mejor lección sobre la belleza humana: no está en la figura inmaculada (David), sino en el valor existencial del Esclavo despertando que se niega a quedar prisionero.
El hecho de que Juanjo sea una persona alegre, integrada y que haya disfrutado plenamente de la vida, es la confirmación de que la vida, aunque marcada por cicatrices, encuentra su máximo esplendor en la constancia de la batalla, en el amor que nos sostiene y en la capacidad de transformar el dolor en un proyecto de plenitud. La suya es una obra de arte, no a pesar de sus limitaciones, sino gracias a la lucha que la define.
Este artículo forma parte de una reflexión constante sobre la Teoría Vivida y la resiliencia, inspirada en mi experiencia como paciente de ataxia. Para una exploración más profunda de estos conceptos y las estrategias de afrontamiento, el relato completo "Vivir con ataxia: el alma cincelada".
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